Doce canciones repletas de pop, punk macarra y sarcasmo en forma de hits imparables y contundentes que permanecerán en el tiempo

Tras adelantos como «No Sé Muy Bien» —el single con el que estrenaban su nueva etapa—, «Canción de Entretiempo» —que destellaba ternura, poesía y costumbrismo con pequeños ecos de post-punk—, «Últimamente» —un tema furioso y despechado—, «Cuchillos» —que arremetía a golpe de guitarras punk y mucho carisma—, o «Mochi», un tema nostálgico de pop en mayúsculas; Hoy nos traen su primer larga duración, «Un Año de Cambios».

Porque escuchar a Lisasinson es como pegarse un chute de insolencia juvenil, y por algo son uno de los nombres clave ahora mismo en el panorama punk-rock y riot grrrl de España con su frescura contagiosa a la hora de hablar de amor y despecho, de “crushes” instantáneos y decepciones incurables.

Titular un primer álbum “Un Año De Cambios” es en sí mismo un ejemplo de lo rápido que van las cosas. Y de algún modo ha sido así en la trayectoria de Lisasinson, tanto a nivel personal como profesional: singles, EPs, giras, colaboraciones, proyectos paralelos, cambios de formación… Así ha ido girando el mundo de Míriam y Paula hasta llegar a este álbum, un debut que ya destila madurez. Una palabra que nos parece bastante inapropiada para un álbum de punk-pop post-millennial. Pero que, a nivel de sonido e inteligencia compositiva, lo merece. Porque a nivel de energía, sobra decirlo, desborda electricidad juvenil incontrolable.
Bedroom pop, distorsión, punk macarra e sarcástico, con letras que tratan temas costumbristas que van desde la amistad hasta el desamor, y su tan ya característico toque reivindicativo. Un álbum que retrata a toda una generación, mucho más maduro y voraz, que llega como un repertorio de hits indomables que permanecerán con nosotros durante mucho tiempo.

“Un Año De Cambios” es un álbum producido y masterizado por Carlos Hernández —quien ha trabajado con Carolina Durante, Axolotes Mexicanos, Aiko El Grupo o Triángulo de Amor Bizarro— que le ha dado ese empujón de contundencia a nivel de sonido, pero que a la vez ha permitido realzar todos los matices de un disco que trasciende el punk-pop de ascensión riot grrrl. Porque aquí hablan las canciones. Redondas, inmensas. Doce himnos, sin altibajos. Hechos desde la honestidad y la asertividad más directa. Como los grandes discos de debut. Esos que sobreviven a los años.