La jornada del viernes colgó el cartel de sold out con un line-up de lujo. La fiesta de Amor Butano, los sintetizadores de Xenia y el pop bailable de Malamute también pasaron por el escenario de La Mutant.
La última jornada de Truenorayo Fest sirvió de broche de oro para una edición muy especial. Aunque el festival no ha dejado de celebrarse los dos últimos años marcados por las restricciones, las condiciones cambiaban la experiencia, aunque nunca el espíritu combativo del festival. Sin embargo, este año se ha vuelto totalmente a los orígenes con el 100% de la capacidad de aforo y una sala sin butacas, por lo que tanto artistas como público han podido disfrutar al máximo de uno de los eventos más esperados de todo el calendario cultural anual.
A lo largo de sus tres jornadas, la novena cita de Truenorayo Fest se convirtió en un espacio seguro para las mujeres y la comunidad LGTBI+, siendo que el propio equipo del festival pertenece a estos colectivos, también la inmensa mayoría de las bandas que componen su cartel.
El sábado arrancó con la actuación de las siempre divertidas Amor Butano. El proyecto de Diego Ferrando, Raquel Goterris y Sara Alegre, es pura energía con unas melodías de pop ochenteras con matices de post punk y música electrónica. Presentaron su primer trabajo «Ultravioleta» e incluso hubo momento para las colaboraciones, en concreto la que tienen con Laborde que subió a acompañarlas para cantar la recién estrenada ‘La Plaza’.
Después fue el turno de Xenia, el proyecto en solitario de la artista valenciana Xenia Rubio, que estuvo presentando su primer álbum «Ruido-0», en donde muestra un cambio de sonido más electrónico. Acompañada por su batería Jaime Llorens con visuales de Ignacio López, el público lo dió todo a ritmo de sintetizadores y samplers.
Llegó el momento del dúo cántabro Malamute, el proyecto de Irene Gutiérrez y Diego Jiménez, que conquistaron a los allí presentes con las canciones de su último trabajo «Una gran decepción». Divertidos y con unas melodías altamente pegadizas, dejaron momento para las ya coreadas ‘La Oreja de Van Gogh’ o ‘Una casa en El Sardinero’.
Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó con Rocío Saiz, quien totalmente emocionada, puso fin a su gira con este concierto. Con sus inseparables Ali y Ana, bajista y batería respectivamente, ofreció uno de los conciertos más emotivos hasta la fecha en toda la historia del festival. Reivindicativa y combativa, dio las gracias a todas aquellas personas que siempre han creído en su proyecto. «Ha sido una gira muy dura pero vosotras me habéis levantado y recogido mis pedazos». Sus letras, que ya son himnos, se cantaron a pleno pulmón mientras Rocío desplegaba la bandera LGTBIQA+.
La locura fan llegó con Natalia Lacunza, una de las cabezas de cartel de esta edición y la encargada de concluirlo. Con su maravillosa banda formada por Teresa Gutiérrez, Paula Ruiz, Luz Abril y Luli Acosta, desgranó el exitoso «Tiene que ser para mí» entre móviles sin dejar de grabar y pancartas llenas de mensajes hacia la cantautora navarra.
A lo largo de la tarde y hasta bien entrada la noche, la zona exterior, dedicada como novedad a la programación de las djs, estuvo repleta de público que no dejó de bailar y corear los temas que fueron pinchando Roberta Vázquez, Chico&Chico djs y Teresa Ferreiro. El público pudo disfrutar de Cerveza Turia y vermut de El Bandarra, así como de la oferta gastronómica ofrecida por la food truck de Piter Ribs. Además, la ilustradora Núria Just, concluyó el mural en vivo que estuvo pintando a lo largo del festival.